martes, 27 de diciembre de 2011

Un mes en Kenia: wewe Muzungu

Para este post tenía muchos títulos preparados: ‘Negras Navidades’, ‘Navidades en África’, ‘Cena de Navidad junto a un ministro’, ‘Los monos muzungus en City Park’…, pero me quedo con lo último y con lo que más escuchamos: ‘Wewe Muzungo’ –Tú, blanco- Son las palabras más aguzadas salidas de las bocas de los niños. Pero… empiezo por el principio. 

Noche Buena en Casablanca

La cena de Noche Buena la pasamos tranquilos, muy tranquilos. Nos quedamos Julio y yo juntos y solos. Extrañamente, en casi cinco años de relación, es la primera cena de Noche Buena que pasábamos juntos, y tenía que ser en África. En fin, sin expectativas de nada grandioso y con la idea de pasar una velada tal y como queríamos, reservamos- Julio, claro- una mesa en Casablanca. ¿Ya he dicho lo que me gusta ese sitio? Nos pusimos guapos, y más guapos aún durante la cena: costillas y un filetote de 500 gramos, acompañados de una de esas mariconadas de gambas, vino y café. Gracias, amor, por la cena. 

En Casablanca ya nos sentimos como en casa, en parte gracias a Mauricio, el italiano encargado del sitio, que nos recibe desde la puerta de entrada con grandes gestos elocuentes, alzando las manos y vociferando un  ¿Dónde está Julio? Pero, no se crean, a pesar de ser habituales y de los gestos de cariño del italiano afincado en África no somos convidados ni a un chupito. Bueno, así es como se hace negocio ¿No? En todo caso, es algo que echamos de menos de España. 

La noche trascurrió en nuestra soledad y acompañada de los demás comensales que, curiosamente, estaban en mesas dispersas donde había siempre alguien que cumplía años. Fue imposible no darse cuenta. Los camareros, todos en círculo alrededor de un trocito de pastel adornado con una vela, dan un paseo cantando el cumpleaños feliz hasta que llegan al homenajeado. Cuatro cumpleaños felices en total. Uno de los cumpleañeros festejaba el día de su nacimiento junto a un ministro. No me preguntes cuál, porque hasta ahí llegó mi curiosidad provocada por Mauricio. 
Con sus pequeñas hogueras de carbón, sus velitas a doquier, su imitador ambiente a chill out y, tras dos gin tonic, regresamos a casa con otro conocido, un taxista que ya nos ha llevado alguna vez y que sugería que para esa ocasión merecía una propina por Navidad. Un buen tío. 

Terminamos la noche en el sofá, escuchando música, yo recostada sobre el pecho de Julio, durmiéndome. ¡Uy! Y caí. Así finalizó la Noche Buena, con cierta asimilada añoranza. 

El día del descubrimiento: el de los muzungus y el de los infantes keniatias 

El 25 cambió el panorama. Nos movemos, pero poco, guardamos los días y el dinero para los grandes momentos. Pero, realmente, cada vez que nos decidimos a descubrir algo es una aventura. No sin pereza y como siempre bastante tarde para dónde estamos, pensamos hacer alguna visita a algún sitio desconocido. ¿Nos vamos al Museo de Trenes? -¿Y si no está abierto?- Nos vamos al ¿National Park? –Es que es tarde para un sitio tan grande… Pues, vamos al City Park. Del lugar poco les voy a contar, pueden descubrir el maravilloso y sencillo parque en las fotos. Pero, de los sentimientos, de lo que nos trasmitió, les hablaré y mucho. 

El City Park está bastante alejado de nuestra zona. A 35 minutos sin tráfico en el Absolute. Se encuentra junto a un mercado autóctono de hojalata, que impresiona tanto como para no atreverte a adentrarte en él. También parece que está junto a un Slam, así que una doble precaución. Se halla en el norte de Nairobi, en Lumuru Road. 

Desde que el taxista nos dejó en el camino de entrada, nos dimos cuenta de la expectación que provocábamos. Nos convertimos con dos pasitos, los que dimos al bajar del taxi, en la novedad, la atracción, la curiosidad del parque. Ahora, en casa, Julio y yo estamos convencidos de que al City Park no ha ido ni un blanco y, si alguna vez fue visitado por algún otro pálido, de eso pasó tanto tiempo que ya no tienen recuerdos del momento. 

Todos nos miraban, todos se daban la vuelta para observar como caminábamos, muchos nos daban la mano, nos saludaban con un ‘cómo estás…? Familias enteras dejaban de hacer lo que estaban haciendo: dando de comer al niño, a un mono, sesteando…, para mirarnos. Recorrimos el parque con mucho recelo, admiración y expectación. Cuidando nuestras espaldas y catalogando a los buenos de los malos. Es fácil distinguirlos, la mirada es indiscutible. Así seguíamos el camino, ‘malotes a la derecha’, ‘malotes a tus espaldas’, ‘niño curioso pegado a tus talones’… 

A parte del recelo, encontrarnos ese parque nos define bien nuestro viaje. No sólo estamos en otro continente, no sólo vivimos- intentamos- vivir con otra cultura, también nos hemos trasladado a otra época. Un tiempo que ya vivimos, un pasado nuestro que es su presente. Se visten de domingo para ir al parque, mejor dicho, se disfrazan con brillantes trajes- sobre todo los niños y niñas: soldados y princesas- mal encajados, ninguno bien entallado. Ellos, con traje y corbata; ellas, con vestidos fosforitos de hombreras y de purpurina, los niños con las caras pintadas de mariposas. Se sientan en cualquier rincón de las lomas, junto a arbustos, árboles como sacados de las películas de Tarzán, con lianas, que se convierten en improvisados artilugios infantiles. Juegan, duermen y sobre todo, dan de comer a los monos… Miles de monos. Los he buscado en la estupenda guía de El País que compró Julio. Los monos a los que dimos de comer, junto a decenas de niños que se acercaban a nosotros para rozarnos, se llaman los Cercopitecos Verdes. Son juguetones, hambrientos, valientes y traviesos. Los machos tienen los huevos azules fosforitos, como alguno de los vestidos de las keniatas. 

Son muchas las anécdotas que contar, muchas muy tontas, pero todas con algo de importancia: un mono robando un caramelo a un niño; Julio entablando amistad con un peque de menos de un año; la búsqueda de un rincón donde sentarnos sin ser vistos; la desesperación por sacar la cámara sin llamar la atención, los ‘malotes’ mirándonos de reojo, la cercanía del mono comiendo de mi mano,de nuestras manos… 

Terminamos el paseo de City Park donde lo empezamos, en el camino de entrada, a unos metros alejados del Mercado- por prudencia- esperando nuestro tardío Absolute. En los cuarenta minutos de espera forzosa, nos sentamos en el arcén de césped para convertirnos en la atracción más importante del parque, más que los monos, los grandes protagonistas. Los matatus paraban junto a nosotros y de ellos salían retahílas de niños que venían a darnos la mano, a saludarnos y a preguntar por nuestro estado. Los padres se acercaban con sus hijos para explicarles lo que somos, Muzungus, y para que nos tocaran. Antes de irnos, nuestros últimos observadores fueron dos niñas con su padre, que repetía una y otra vez: ‘los ves, son muzungus, dale la mano al muzungu, saluda al muzungu..." Cogimos el taxi dejando atrás a un padre charlando por el móvil, mientras las niñas riéndose tontamente seguían repitiendo: ‘Wewe Muzungu’: ‘Tú, Muzungu’.

Según Wordpress, Muzungu se traduce literalmente: 'alguien que camina sin rumbo'

Fue divertido y sorprendente. Nos sentimos como los mismísimos monos. Faltó que nos diesen de comer, que nos pusiesen en una vitrina y que explicasen nuestra extraña especie con un cartelito. 

Muchos, muchísimos de esos niños no habían visto un muzungu en su vida y, de repente, por Navidad, se encontraron con dos: Adán y Eva. 

De ahí con un estupendo taxista que se llama Enric- o algo así-, al que le cogimos el número porque será el taxista de nuestros queridos que quieran venir a visitarnos, nos fuimos al restaurante de Buffet Park, el que nos presentó Francis, a comer un Yama Choma. Cuarenta minutos más de espera y un kilo de carne cocido a la brasa, todo para nosotros solitos. 

Volvimos a casa caminando, agotados y satisfechos. El resto del día lo pasamos con cortes de electricidad, leyendo, viendo series on-line, y con una tormenta de las buenas, de las que gustan. 

Me quedan cositas pendientes, como por ejemplo: los debates llegando a discusiones entre Julio y yo con nuestras diferencias de opiniones sobre el papel de la joven y guapa keniata y del viejo y feo europeo, que por casualidad del destino tiene un éxito arrollador en Nairobi; y alguna otra cosita que sobra, como mi envidia nada sana frente a la hermosura de esas guapas keniatas que se concentran en Casablanca.

La palabra nueva del día. De verdad que me cuesta horrores recordar alguna… la de un taxista: -‘usiku mwema ‘ –buenas noches-

En Noche Buena y días siguientes han estado con nosotros: la familia de Julio, al completo; muchos de su pandi: Javi, Isma, el otro Javi, Miguel, Enriq, Ignacio, Loli; algunos de los míos, algunos de los nuestros: la Ratita; Mónica la Negra, Evita, la otra Evita, Alberto, mis tíos de ambos bandos, Mavita la incondicional, Kiko y Rebe, los otros incondicionales, la Nati – incluso con sus chafadas Navidades-, Cani cani, Nuria, Elena Torrellas, Noelia, Mapi, Oscar, Aubin, Mini, José Placido, Ignacio Acha –de Londres- Palomero- de Bilbao-, Arita y Pedro. 

Hoy llevo 30 días en Kenia. Julio…¿siete más?

Hoy quedan dos días para irnos al Masai Mara



5 comentarios:

  1. Hola!!!!!!!!
    Que sensación más extraña cuando estás en un país que no es tuyo y te metes en algún sitio que no es turístico y te empieza a mirar todo el mundo, acojona un poco eh!!!!!! Cuando me ha pasado esto me preguntaba que leches estarán pensado de mi esta gente...estarán pensando a donde ira este pringao por aquí o que hacemos le damos una paliza y le robamos todo lo que lleva jejejejejejejeje
    Bueno, no os digo que paséis buenos días porque ya veo que estáis bien aunque un poco lejos, pero donde queréis y con quién queréis.
    Feliz navidad!!!!!!!!! yo cada año odio más la navidad....

    ResponderEliminar
  2. Créeme Javi que pensamos eso los dos. A veces, algún despistado nos seguía de cerca, muy de cerca hasta que parábamos. En ese momento se distanciaban permaneciendo quietitos y disimulando, pero sabían que habían sido descubiertos.
    Lo peor fue que no podíamos hacer una puñetera foto. O nos la robaban o nos llamaban la atención. No era plan.. Eso sí, hicimos muchos amigos. Me sentí como Fofito y Miliki preguntando.. ¿cómo están ustedes?
    Un abrazo niño.

    ResponderEliminar
  3. Buff..! El relato del día en el parque me ha provocado ansiedad. pensaba que finalmente los habrían atacado o qué sé yo..Me alegro de ver lo mucho que están disfrutando y espero que lo pasen muuuuuy bien en Masai Mara. Feliz Año Nuevo keniata. Bsssss Leila

    ResponderEliminar
  4. Feliz Año Nuevo Leila. Me encantas que estés ahí. Javi, sigue con nosotros que seguro contaremos más historias que te recordarán muchas de las tuyas. Feliz Año Nuevo

    Risas y sonrisas

    ResponderEliminar
  5. HOLA CHICOS!. AQUI ESTAMOS LA REBE Y YO EN EL SOFA LEYENDO VUESTRAS HISTORIAS Y VIENDO LAS FOTOS. QUE GUAY!. PERO LO QUE MAS NOS GUSTA DE TODO ES VUESTRA SONRISA DE FELICIDAD, NOS ENCANTAIS!!!. OJALA PUDIERAMOS IR A VEROS, JODER!!. AQUI SIN NOVEDAD EN EL FRENTE. BUENO, SEGUIMOS EN CONTACTO. UN BESO Y UN CALVOT (NO HACE FALTA QUE OS DIGA A QUIEN VA DIRIGIDO CADA UNO, JEJE!). KIKO Y REBE.

    ResponderEliminar

Si quieres hacer un comentario con tu nombre, sólo tienes que ir comentar como: elegir opción 'nombre/URL y poner tu nombre, no hace falta la URL.