lunes, 12 de diciembre de 2011

2 semanas en Kenia: Naivasha

Los Slam de camino al paraíso. Estamos en África, en pleno y puro África y es maravilloso, increíble, diferente, bello. Empiezo a entender esa enfermedad de la que hablan muchos europeos. Entiendo a Julio en su empeño en volver a Kenia.Se trata de un virus que se mete en el cuerpo, corre rápidamente por tus venas hasta llegar al corazón, y es entonces cuando estás perdido porque te enamoras tanto de esta tierra que para siempre jamás podrás abandonarla. Pura y autentica África. 

Los días previos a Naivasha

Julio y yo empezamos a crear una amistad con O y Francis. El jueves nos fuimos a cenar con ellos al Buffet Park. Es un sitio estupendo, amplio, abierto, disparatado. Como parecen ser todos los locales de aquí. Lo primero que se hace es ir a un mostrador donde los negros tienen colgadas grandes patas de cordero, eliges los kilos que quieres y allí mismo te lo cortan en una madera ensangrentada, arriesgando con afilados cuchillos sus negros dedos. Nosotros elegimos 2 kilos de carne. Tras este ritual, nos sentamos en la mesa para esperar una hora a que nos sirvieran el famoso Choma. Colocan las costillas encima de una cebolla cocinada, acompañada de una ensalada de tomate bien picado. Todo lo comes con las manos. 

A mitad de la cena se unieron a nosotros I, J- otro español que habla Swahili-, y la que, dicen, es su mujer. Fue una noche agradable, llena de conversaciones, algunas disparatadas, centrada en la diferencia de los idiomas. Para mi mente, un poco agotador. Pero, comenzamos el primer paso de la amistad con O y Francis. 

El viernes tuvimos un día de ida y venidas porque ahora lo que nos falla es Internet. Así que empezamos la búsqueda de una tarjeta para conectarnos mientras nos arreglan la línea. Seguimos igual y parece que va para largo. Así que, así estamos, compartiendo la tarjetita a cada rato. En fin, la noche fue tranquila. Julio y yo cenamos en el Town, en un restaurante italiano que se llama Tratoria y después fuimos a Casablanca a tomar una copa. Estuvimos un rato con un muy cansado I, con un nuevo español que tiene dos restaurantes en Kenia, Gavi, y con Topo, que ya se marcha a aislarse en la playa de los famosos. 

Y ahora va lo mejor, el sábado. Naivasha. O y Francis nos invitaron a ir con ellos al Lago Naivasha. Está a una hora de camino por, dicen, unas de las principales y mejores carreteras de Nairobi. ¡Madre mía! Habrá que ver las otras. Naivasha está al norte de la capital, tienes que descender por el Valle Rift, que es espectacular y, tras sortear coches, baches, adelantar, hasta llegar al riesgo de la locura, matatus, esquivar grandes hoyos, sentir vértigo y cierto terror, llegas al Paraíso. Pero, primero tienes que pasar por los ‘Slam’. 

Los Slam son los grandes campamentos de casas de hojalatas hacinadas, son la representación de la pobreza de Kenia, discurren por la carretera a cada uno de sus lados, con hileras e hileras de chatarras casas, de miles de colores, cientos de tamaños, entre comercios tan chatarras como las casas, entre improvisados carteles de publicidad –Airtel es una de las marcas chapadas en las paredes de estas casas- ¿Estará promocionando los Slam? 

O suele ir algún viernes a uno de estos Slam a visitar a una amiga que trabaja allí como cooperante ayudando a las mujeres. Dice que es tan peligroso para un blanco que nunca debe ir sin alguien que conozca el terreno. Las instrucciones son: no lleves bolso, ni anillos, ni pendientes, ni se te ocurra entrar con cámara de fotos, no lleves dinero y nunca, nunca, entres solo. O nos contó una historia de un cura valiente y estúpido que llevaba a un grupo de europeos a conocer el Slam. Tenía que esperar por su amiga, pero se le ocurrió entrar sin ella e ir al mismo centro del meollo. La historia terminó con el grupo de mujeres salvadas por un autóctono que las refugió en una de las casas, mientras el cura se enfrentaba a un grupo de tíos que fue a atracarles. Al estúpido cura tuvieron que llevarle al hospital con tres o cuatro navajazos en el cuerpo. 

O me ha prometido que me llevará al Slam de su amiga, para conocerla... 

Naivasha. Fue un camino de ojos abiertos bien abiertos. Francis nos llevaba con un carnet provisional porque se está sacando el permiso en estos momentos. Aquí es así, el primer día que te apuntas a la escuela ya te dan un carnet y puedes conducir por las calles. Si sabes o no conducir, no tiene ninguna importancia, el coche es automático, así que sigue recto y procura no matar a nadie y que nadie te mate a ti. Mi impresión es que la vida aquí no tiene la misma importancia que en otro lugar. O piensa lo mismo. Si te matas o te matan, mala suerte. 

A lo que iba: el camino a Naivasha. A lo largo de la carretera veías puestos alineados de fruteros, después les siguieron los curtidores de piel, mercadillos improvisados, cabras comiendo hierba junto a lo que podría ser el arcén… Y llegamos al Lago Naivasha. Sólo parar, un negro rasta con muletas nos negocia el precio para ir en canoa por el Lago. Por nosotros cuatro y a precio de local, eso dice él, dimos el paseo en barca por 3.000 chelines keniatas –menos de 30 euros- 

En el embarcadero, lo primero que encontramos fueron campos y campos de flamencos blancos y rosas, y su sonido, graznidos, tras graznidos. De golpe, el virus, sin avisar, entró en mi cuerpo. Subimos a nuestra barca, con el rasta y sus muletas de acompañante y el conductor. Los dos, encantadores, amables y muy instructivos. Comenzamos nuestro paseo por el lago: manadas de flamencos, al vuelo; familia de hipopótamos, resoplando; jirafas, en la costa, a lo lejos; cebras junto a la orilla, ñus; pelícanos; pájaros nunca vistos, unos llamados pigargos; gacelas; impalas, una especie de cervatillos; monos, muchos monos; más flamencos, búfalos…El virus comenzó a correr por mis venas. 

Fue un paseo de una hora, una hora de expectación, silencio, admiración, belleza pura, sorpresas. Después comimos en la zona de camping, Fisherman’s camp. Antes de llegar, forzosamente, nos hicieron parar unos especiales peatones con culos pelados y miradas fieras- un grupo de monos y pequeños gorilas que cruzaban la carretera- y disfrutamos del atardecer junto al lago. 

La angustiosa vuelta a casa

Algo que no he contado hasta ahora. Francis cumple años el lunes, pero, según dice él, siguiendo la tradición turkana, comienza a celebrarlo tres días antes. O sea, el sábado estábamos de celebración. Por eso, decidió llevar a un amigo suyo con nosotros. Un keniata que no dice una palabra, muy lento y que, por lo visto, es conductor. Le trajo para poder beber tranquilo y que a la vuelta condujera por él. ¡Para qué fue aquello! El camino a casa fue terrorífico. El mudo keniata conducía sin sentido, aceleraba como un loco, adelantaba sin mirar, cogía todos los baches hasta llegar a atentar contra la gravedad. 

Un disparate tras otro en la 'mejor carretera de Kenia' 

A mitad de camino, nos paró la policía. Por lo visto es muy común. Se ponen a los lados, crean mayores caravanas de coches, si eso es posible, y se ponen a chequear papeles. Si algo no les gusta, pues soborno al canto. Tuvimos suerte porque a nosotros no nos pidieron nada. Los blancos íbamos atrás bien ocultos por los cristales ahumados, por si acaso. Pero, cuando un poli nos dice que pasemos por detrás de ellos, a nuestro magnifico conductor, con sus prisas, le da por detrás a uno de los uniformados. Estuvimos media hora en la carretera mientras Francis negociaba el soborno con una mujer policía, sonriente y muy decidida a lleva a prisión al torpe keniata. 1.000 chelines keniatas y seguimos nuestro camino. Pero, si llegamos a predecir el futuro, por mí que el culo de nuestro amigo se pose en prisión. 

Comenzó a llover, pero eso no menguó el ánimo de nuestro particular keniata para que dejase su peculiar manera de conducir. Con un torrencial impresionante, seguía con sus arriesgados adelantamientos con los coches de frente casi rozándonos. Mientras, O comenzaba a ponerse nerviosa y pedía polepole- lento, lento-. Pero, el silencioso amigo también era sordo. Julio me indicó que me pusiese el cinturón…y pasó lo que tenía que pasar. En uno de sus ‘sin conocimiento’ adelantamientos un coche nos venía encima, así que el tío, sin control, frenó bruscamente para ponerse en el carril correcto. Derrapó, dimos una vuelta, volvimos a derrapar, otra vuelta, nosotras gritando, Julio y Francis mudos, el otro en su estado natural, y caímos en el arcén en sentido contrario. No nos golpeo ningún coche, de un lado ni del otro, de milagro. 

La fotografía quedó así. O pegando tortas e insultando al torpe y mudo conductor, Francis, intentando calmarla; yo dando vueltas sobre mí misma, y Julio subiéndose al coche para sacarlo de la cuneta. Todo bajo la lluvia. Cuando O dejó de golpear al inepto, paró con brusquedad el tráfico, alzando la mano y gritando a los coches un “waiting”, Julio dirigió el coche en el sentido correcto y volvimos a subir. A mi lado, el más mudo keniata del universo. 

Julio nos llevó el resto de camino hasta casa, sano y salvos. Llegamos agotados, emocionados, estresados y a salvo. Francis quería terminar la noche con una cerveza para seguir celebrando su cumpleaños y para finalizar el día con mejor sabor de boca. Pero, yo sólo quería estar en casa. Mañana le llamaremos para seguir celebrando su cumpleaños. 

Hoy el virus de Kenia casi me llega al corazón. 

Hoy seguimos sin Internet en casa. 

Hoy hace dos semanas que estoy en Kenia. Julio lleva 23 días y ya conduce por Nairobi, por la izquierda. 

En estos días, hemos aprendido muchas palabras nuevas, pero sólo recuerdo: Musuri- Qué rico- 

El sábado en Naivasha



6 comentarios:

  1. Dios mio laurita!todo lo que estais viviendo,que envidia!para la proxima solo fiate de Julito condiciendo,menos mal que no os hicisteis nada...pero la podiais haber liadooo.cuidaros y precaucion que tu estas muy locaaaa...muac a los dos!Nata

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  2. Joder, menudo sitio increible no??? Dios estoy aqui en el despacho y me estoy poniendo verde de envidia...un besote para los dos y tenemos que quedar para cita-skype. eva

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  3. Cómo entiendo lo del virus....Yo estuve hace 10 años y todavía lo tengo dentro. Lo que más recuerdo son los colores. Es como si en Kenia se vieran más claros, más vivos. Disfruta y ojito con la carretera, que no queremos sustos de esos. Bsss Leila

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  4. Joderrrrrrrrrrrrrrr, envidia es poco.....

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  5. Chicosssss!!! No podeis dejar de sonreir?, jajaja, que bien y que contentos estamos de veros así de felices. Ahora, la aventurita por la carretera, como dirian en el pueblo: "Ya va la cosiquia!!". Eh Julio?. Jajaja!. Pero bueno, lo importante es que no paso nada grave. Un beso muy fuerte a los dos de parte de Kiko y Rebe.

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  6. Niño, que en breve tienes el paso hacia otra dimensión. ¿estás nervioso? Tu tranqui, que lo sacas. En el examen, te acuerdas del blog un poco, así te relajas y ya verás que bien te sale.
    Suerte campeón!!!
    Besos a la rubia también

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