lunes, 11 de junio de 2012

3 días en Argentina: Aterrizando en Buenos Aires

Ya estamos aquí, en Argentina. Para no perder la costumbre, Julio lleva una semana más que yo en el nuevo destino. En esa semana se ha pasado el día caminando por las calles de Buenos Aires buscando una casa para nosotros. 

Pues ya estamos asentados en un pequeño apartamento, acogedor, con cierto aire bohemio que recuerda a esos basement de Londres. Las vistas de nuestras ventanas dan a un pequeño y viejo jardín interior de nuestro edificio de estilo señorial. En estas dos mañanas que llevo en la casa, mientras desayunamos, viene un pájaro a darnos los bienvenida. Ese saludo mañanero compensa la poca luz solar que se filtra entre los árboles y plantas del romántico jardín. 

La sensación es extraña. Llevamos un mes de aquí para allá. En esos días hemos visitado Barcelona, Valencia, Madrid, y yo Canarias. Hemos posado la cabeza en cinco almohadas y, en ocasiones, me despertaba sin saber dónde estaba... Pero eso no es lo extraño. Es esa sensación de que nuestro tiempo en Kenia parece como un sueño, como si no fuésemos nosotros los que vivimos más de cinco meses en Nairobi. Aún así tenemos en la memoria cada uno de los amigos que hemos dejado allí y siempre, sin saber cómo ni cuándo, nos decimos que volveremos. 

Volver a España fue reconstituyente y contrariamente agotador. El abrazar a familia y amigos fue emotivo. Los encuentros de todos a los que queremos, de Valencia, Madrid, Canarias, sentó bien. Sin embargo me sentía desarraigada, no sé Julio, aunque Madrid volvió a embriagarme con su embrujo. Es una ciudad que nos dice que somos para ella. 

Pero ahora es el momento de Argentina. Buenos Aires es un lugar cómodo de caminar. Es añeja, amplia, creativa, culta, cultural... Entretiene a casa paso. El acento es atractivo y la tarea más cotidiana una aventura. La moneda del país me tiene loca y la gente habla mucho, es amable y tiene ramalazos peleones con pinceladas de pequeños embustes. Al contrario de disgustarme, creo que este punto me va a entretener mucho.  

En estos mis tres primeros días en Buenos Aires hemos hecho cosas rutinarias: ojear de un lado a otro, observar cartas y menús de restaurante, admirar librerías, desayunar los deliciosos y pequeños croissants, encontrar un mercado, ir de puesto en puesto, comprar verdura, quesos, fiambre, pasear y pasear... Y otras no tan comunes tras Kenia, como abrigarnos hasta las orejas, caminar por aceras, hablar con todos en español, coger autobuses con muchos años en sus ruedas y peculiar personalidad... 

En esos paseos, Julio me va presentado nuestro barrio, Recoleta, cuyo nombre ha robado al cementerio que se encuentra en medio de la zona. Dice que es una buena zona y tiene que serlo porque los comercios se suceden unos tras otros. La Avenida Callao, General de las Heras, Santa Fe, esas son las calles que rodean nuestras casa en Pacheco de Melo. Aquí es donde viviremos como mínimo cuatro meses. 

Hoy, domingo, hemos ido a la Plaza San Telmo. Hoy no hablaré de este sitio, lo dejo para mañana porque merece un post entero. Sólo digo que me he emocionado al admirar los pasos de tango, escuchar la música y voces de tango y descubrir el aire de tango. 

Hoy llevo tres días en Buenos Aires. Julio, 10. 

Hoy besos para Pepita, Edu, Ara y Zanahorio, Pedro, Elena T,  Mavi, Gonzalo y Manieve, Raúl, Cristina, Asha, Tony, Ash, Jonny, Oscar, Clara, Delfín, Stefan, Melissa, Oli, Francis, Nuria, Marlene,  y en especial a Rebe y Kiko.