viernes, 23 de marzo de 2012

123 días en Kenia: NAIRROBI


Un buen día en Kibera
No me he equivocado al escribir el nombre de la capital de Kenia. Es que así  la llaman los expatriados: Nairrobi, porque cuanto más tiempo pases aquí más probabilidades tienes para que te roben. Desde que llegamos oímos muchas historias sobre los ataques y robos de Nairobi, pero, afortunadamente, nos íbamos librando de ser uno de los protagonistas de esas historias. Unas son de chistes: vas en el coche, hablando por teléfono, con la ventanilla un poco bajada y, de repente, te encuentras charlando con tu mano. Otras, acojonan más: te sacan cuchillos, o te rajan el bolso, del lado que esté, eso no importa, y…  algunas ni las cuento.

Todos los que llevan tiempo aquí han vivido alguna que otra de estas experiencias. Eso te hace pensar porque en cualquier ciudad te pueden robar, en Madrid, en Barcelona, en Las Palmas de Gran Canaria… pero en estas ciudades, que te roben es como una lotería, te ha tocado porque tenías el boleto. En Nairobi, eres una diana porque eres blanco.

En fin. El sábado por la noche fui diana y blanco. Intentaré contarlo sin drama, tampoco lo hay. Simplemente fue un robo…doble. Más por mi estupidez que por la habilidad de los granujas.

Parte de 'Los Safaris'
¿Se acuerdan de nuestros nuevos amigos? los ‘safaris’. Pues nos llamarón para ir a cenar y tomar algo por ahí el sábado por la noche. Pues guapos que vamos porque lo pasamos estupendo con ellos.

Casi siempre se va a todos los lados en coche, y más por la noche, porque un blanco que se precie no iría ni loco caminando por Nairobi de noche. Bueno, pues después de cenar en un tailandés, de ir a un local de indios a tomar algo y de cambiar a otro que está más de moda, ‘el Gypsy’, localizado en Westlands- una zona de bien con mucho muzungu por los alrededores- decidimos volver a mudarnos de sitio.

Como hay tanto coche, yo me fui de copiloto con Oscar y Julio con Stefan. Cogimos el coche y Julio me llamó para decirme que se habían parado en una gasolinera… Una que estaba justo enfrente de nosotros. Ahí me quedé hablando con mi mano… Me arrancaron el móvil por una rendija de la ventanilla. Desde que dije, ‘¡Ay! el cabrón se ha llevado el móvil’, Oscar, con el coche encendido, se bajó inmediatamente para ir por él. Grave error. Yo me bajé también… peor error. 

Lo siguiente fue muy rápido. Oscar y el manga móvil en la acera de enfrente, uno contra otro, como si de jugadores de Rugby se trataran, tanteándose, tambaleándose a un lado y  al otro, sin tocarse. Yo, junto al coche, gritando e indicando: ‘es ese,… es ese’, frente a cinco o seis tíos que me rodeaban…. Creo que en esos momentos me preguntaba, '¿pero, por qué coño me rodean estos tíos si el ladrón está en el otro lado?’

¡Madre mía!, cómo se puede ser tan tonta. Lo siguiente fue un manotazo de tres pares de narices en la cara que me tiró de bruces al suelo, lugar y  momento oportuno para arrancarme el bolso. Me levanté de golpe para ir hacia el coche mientras mi particular grupo de delincuentes corrían y se peleaban por mi bolso. Y es que faltaba el tercer pillaje, el coche, con llaves en contacto y encendido. Bueno, pues con éste no pudieron porque antes de que un tío se subiese al coche, arranqué las llaves del contacto.

Y ahí nos quedamos. Oscar en la acera de enfrente, viendo como una pandilla de adolescentes corrían y se despellejaban por el mini botín, y yo, sentada en una piedra, junto al coche, agarrada con una mano a un colgante de un exbolso y con la otra, a unas llaves de coche.

Tengo que decir que mucha gente se paró para preguntar, ‘después’, si necesitaba ayuda y si llamaban a la policía. Les dije que no, ¡Madre mía!, la policía no, por Dios. A los dos minutos llegaron Julio y todos los demás, siete personas nada más y nada menos. Me abracé a él y por consejo de los amigos nos esfumamos.
 
El día de la barbacoa de puros
El resto de la noche la pasamos entre conversación y conversación conociendo los robos que vivieron nuestros amigos en Nairrobi.  Llegamos a casa y Julio me mimó, me dio una sopita y me arropó.

Y, así es como fui bautizada en Nairrobi. Ahora intento que se me pase el miedo para seguir disfrutando de Kenia. Además, es fácil porque de todos y cada uno de los amigos que hemos hecho aquí he recibido cariños y mimos.  No sé si aprovecharme un poquito ¡eh!

Consejos para los visitantes de Nairrobi: No correr detrás de un móvil que te traiciona y se va con otra mano; no llevar en el bolso el DNI aunque sea lo más razonable; no llevar recuerdos tontos a los que tienes cariño, como por ejemplo: un llavero viajero de muchos sitios a dónde has ido, un espejo de París, una carterita de Estambul con 2.000 KES (20 euros), dos gafas de sol muy caras y tu  brillo de labios preferido. Total si nunca te acuerdas de ponértelo.

Hoy llevo tres 123 días en Kenia. Julio, 130.

Pd: La pasada noche, para montar el  caballo tras la caída, me he ido al cumpleaños de Asha solita.

PD: Las fotos de hoy divertidas para desdramatizar el tema.

Besos, abrazos y sonrisas a todos

jueves, 15 de marzo de 2012

115 Días en Kenia: La historia de Lilian Achieng

Conrado Espi, Jorge de Mingo, Loli Viadel, Mapi Placido, Mavi Naranjo, Patricia Parra, Pino Suárez, Virginia Torres y Virginia Sánchez, gracias de corazón por estar tan cerca, por escucharnos y por sentir desde tan lejos

Hoy no voy a contar ninguna de nuestras batallitas en Kenia. Hoy voy a cumplir con una deuda pendiente que tengo con  nuestros amigos. La historia de Lilian Achieng. Comienzo desde el principio.

Algunos de ustedes, los que nos siguen por nuestro cuaderno de viajes, ya conocerán a Marlene, la mexicana que trabaja en el Integral Human Developmet Department” de la Catholic Church- Kibera. Nos la presentaron en nuestros días aquí, y a raíz de ese encuentro comencé a ir los sábados por la mañana a colaborar con uno de sus proyectos. Mi ‘ayuda’ es una labor muy gratificante porque simplemente me dedico a entretener con pinturas, dibujos y manualidades a unos cuantos niños de Kibera que acuden a la misión integrados en un programa de nutrición.

Voy al tema. En nuestros paseos a Kibera, y tras la jornada de manualidades, Marlene cuenta historias y pequeños extractos de la gente que vive en el slam. Suelen ser vivencias muy duras, pero  entre ellas aparece alguna impregnada de espíritu de supervivencia y de determinación. Así que, aunque la vida en Kibera es inimaginable para muchos, también está formada por gente fuerte y con iniciativa. Uno de esos casos podría ser el primo y tutor de Lilian, Gilbert.

Un día, tomando un café con algunos amigos, Marlene nos contó el caso de Lilian. 

Gilbert, como muchos otros de Kibera, apareció en la Misión porque necesitaba ayuda. Es una práctica muy común en el slam, ya que día a día pasan mujeres, hombres y niños pidiendo cualquier cosa: trabajo, dinero, comida, atención médica. Marlene está acostumbrada, lleva tiempo trabajando en Kibera y ha conseguido detectar cuándo realmente hay que prestarles atención y cuándo simplemente piden sin intención de hacer algo por mejorar.

Pues, como decía: Gilbert fue a la misión como muchos otros, pero con una diferencia, fue con dinero ahorrado y con un motivo justificado. Es el  primo y tutor de Lilian, una adolescente de quince años, huérfana y con SIDA. No sé sabe si desde su nacimiento o si se contagió más tarde, pero es algo que nunca se conocerá porque en Kibera de eso no se habla ni se pregunta, se acepta.

En fin, para más ironía de la vida, Lilian Achieng enfermó de fiberadenoma de mama, se trata de un tumor benigno localizado en el pecho que suele desarrollarse más en mujeres de raza negra a edad temprana. No es una enfermedad peligrosa si se trata. Pero, Lilian ya llevaba dos años con el tumor.

Gilbert acudió a Marlene con esta historia, con 16,000 Ksh (160 euros) ahorrados y con un plan detallado sobre lo que necesitaba para ser operada por un médico que finalmente bajaba el precio de la operación de 100.000 Ksh (Mil euros) a 80.000 Ksh (800 euros). 

Marlene le escuchó, y simplemente por tener dinero ahorrado, algo impensable en Kibera, también le atendió. Ahí entramos nosotros. Marlene contó esta historia a unos cuantos amigos y espontáneamente, por nuestra cuenta, decidimos probar a ver si con la ayuda de nuestros propios amigos podíamos recolectar el dinero que hacía falta.

La historia tiene final feliz porque se consiguió. Marlene y yo fuimos al hospital con Gilbert y Lilian para hablar con el médico. Se le pagó lo acordado y se buscó día de intervención. Lilian fue operada el 5 de Marzo. La intervención se complicó porque el tumor se extendió al otro pecho, con lo que la cirugía fue más compleja y también más costosa. También estuvo tres días de reposo en el hospital. Los imprevistos elevó la cuenta a 240,000 ksh, aproximadamente 2.400 Euros.

Sin embargo, al final, entre la Misión, amigos de expatriados, y familiares, amigos y otros conocidos de Gilbert, se consiguió pagar al hospital, al médico y el tratamiento, y ahora, Lilian está en casa reposando.

Les traslado las palabras de Marlene que siempre nos tuvo al día de cada paso que se daba en este tema: “El sábado pasado, 10 de Marzo, fui a visitarla a su casa, aquí en kibera y, aunque es tímida y no pude sacarle muchas palabras, se mostró muy agradecida con una sonrisa que le marcaba un especial brillo en su carita”.

“Seguro que la mayoría que coopero para esta causa no espera un agradecimiento, pero les digo que Lilian se los agradece de corazón, se agradece el don del desprendimiento, el don de la caridad y el poder que existe en cada uno de nosotros para hacer un cambio significativo en una persona tan joven en este caso”.

“De parte de la comunidad de Kibera, de la parroquia donde se trabaja y principalmente de Lilian, se les agradece infinitamente su apoyo”.

La historia termina aquí y con la intención de Lilian: "quiero seguir en la escuela para poder ayudar a niñas como yo, así como a mí me han ayudado", por lo visto es lo que dijo tras la operación. En fin, eso ya se verá y en esta ocasión sólo depende de ella.

El caso es que nos queda a nosotros, a Julio y a mí, agradecer a nuestros amigos la ayuda totalmente desinteresada. Así que: 

Conrado, Jorge de Mingo, Loli Viadel, Mapi Placido, Mavi Naranjo, Patricia Parra, Pino Suárez, Virginia Torres y Virginia Sánchez, gracias de corazón por estar tan cerca, por escucharnos y por sentir desde tan lejos. 

martes, 13 de marzo de 2012

113 días en Kenia: Los autoestopistas y las charlas universales


Pretendía escribir un post cuando cumpliese los 100 días, también pretendía que Julio escribiese su post con sus 100 días. Pero ni una cosa, ni la otra. El trabajo se acumula, Julio cada vez está más liado y yo, entre fallos de internet diarios, cortes de luz, también diarios, idas y venidas, y alguna flojera de mollera, pues tampoco pude o… no quise. Pero, la vida en Kenia continúa.

La primera cosa que les comento antes de que se me olvide.  Muchos ya saben la historia porque les mandé un correo espontáneo pidiendo colaboración. Se trata de Lilian, una niña de Kibera que necesitaba con urgencia una operación porque sufría de fiberadenoma de mama. Marlene me contó su historia y me involucré, involucré a Julio e involucré a todo el que conocía. El resorte que nos hizo movernos fue que, por norma, es prácticamente imposible que alguien de Kibera consiga ahorrar. Pues bien, el tío de Lilian buscó ayuda y dinero, demostrando que él por su cuenta ya había obtenido una pequeña parte de lo que necesitaba para operarse. Lilian se operó.  En breve contaré todo lo que sé de esta historia, sobre todo, porque los amigos que aportaron, por poco que fuese, merecen saber dónde fue a parar la ayuda que prestaron. A todos, gracias por sentir, compadecerse y aportar desde tan lejos.

Cambiando de tema 180 grados. Vamos a los autoestopistas, que resulta que somos nosotros. Es el apodo que nos han puesto nuestros nuevos amigos en Nairobi (ahora que caigo, seguro que me equivoco a la hora de poner los nombres). En fin, ahí van: Tony y Asha, Delfín y Stefan, Alegría –en realidad es otro nombre mucho más bonito, pero significa alegría- Jonny, Oliver, el peque de Jony y Alegría de menos de un año-, Oscar, Virginia y Javier ‘El del Lujo’.

Haciendo autostop hacia el Masia Mara

Los conocimos de repente y de casualidad, como suelen suceder con los mejores encuentros. Resulta que llevábamos unas semanas de infarto en casa. No paraba de llegar gente, Julio trabajaba hasta las tantas de la noche y yo sufría una crisis de improcedencia. En esto que los enkerendes nos convencen para irnos un fin de semana relámpago a Masai Mara. Raúl nos comentó que un grupo iba al camp y que podríamos aprovechar para ir en coche con ellos. Pues nos apuntamos, y fue lo mejor que pudimos hacer: ese viaje con esos desconocidos.

Desde el segundo uno que nos subimos al coche, con una capacidad innata, nos trasportaron a España. Delfín es francesa y Estefan alemán-etíope, pero el calor, el cachondeo, la sorna y  la gracia española se traspiraba por todo el 4x4 que trasportaba a Tony y Javi. El resto de amigos nombrados llegaban a Masai por la tarde en avión.

En un segundo nos acogieron, nos hicieron cómplices de sus cachondeos y compartieron todo lo que tenían con nosotros. Sobre todo cerveza. Por respeto a la intimidad de nuestros nuevos amigos no voy a contar cómo trascurrió todo el trayecto, pero les puedo asegurar que fue el más divertido que hemos vivido en Nairobi, hasta podría decir que se hizo corto, a pesar de las tantas paradas inevitables obligadas por la vejiga, las otras pocas para comprar cervezas, aquella para recoger unas gafas de sol, y otra para socorrer a uno de los viajeros cuya nariz acarició de golpe una piedra.

Masai Mara estaba más bonito, si cabe, que la última vez. Los masais seguían aparentando esa visión tan tranquila y ancestral, y a los enkerendes los encontramos como el último día, estupendos y hospitalarios. Fueron días de tormentas, algo que embelleció el paisaje más todavía, fueron días de juegos de cartas, de charlas y charlas, de competición al futbolín, de bailes de victorias -los míos- de pesca -los de Tony, Javi, Jonny y Stefan- fueron días de descanso. Pasamos casi tres días juntos, conociéndonos y gustándonos. 

Este grupo nos han puesto el nombre de los autoestopistas, por eso de que nos recogieron en la carretera y como autoestopistas nos han acogido. Me gusta, me hace gracia. Yo les digo que cuidado, que somos filántropos ocultos viajando por el mundo porque experimentamos con el comportamiento de la humanidad…

El domingo, ellos se fueron en coche y nosotros, después de disfrutar de más charlas con los enkerendes, de comernos el pescado que pilló Stefan y de beber el vino con el que les obsequió, tras vivir un terrible, angustioso, frenético Rally (así lo experimenté yo, en cambio, Julio se lo pasó pipa) por la sabana de Masai conducido por Raúl- nos fuimos en la avioneta que casi no espera por nosotros (de ahí las prisas).

Descubrir la inmensa llanura del Masai Mara desde el cielo fue una de las experiencias más increíbles que he vivido en mi vida. Y, ahí, con los ojos húmedos de emoción, cogida fuertemente de la mano de Julio y observando la sabana, me sentí inmensamente afortunada. Otra de las increíbles experiencias fue el Rally de Raúl, pero esa no la quiero repetir.

En fin, me dejo muchísimas cosas en el tintero, y es que hay recuerdos que deben quedarse en la memoria de cada uno. El caso es que los ‘safaris’, que así voy a denominar al especial grupo de gente que hemos conocido, nos llamaron para que fuésemos el siguiente fin de semana a una barbacoa muy peculiar. Esa es otra historia que ya les contaré -en la que conocimos a Virginia-, también, con el tiempo, les hablaré de cada uno de ellos, tal y como yo los veo. Lo que les adelanto es que con los ‘safaris’ vivimos la primera gran juerga de Nairobi, y eso que simplemente nos pasamos el día y la noche hablando de temas universales.  En esa jornada también conocimos al hombre de los elefantes.

El día de los autostopistas me recordó a aquel en que conocí a Eva, también por casualidad. Ahora no me puedo imaginar haber vivido en Madrid sin Eva.

Llevó 108 días en Kenia. Julio, 115.

Hace poco me enteré que mi tía Manieve descubrió el blog.  No les conté nada de esta especie de cuaderno de viajes a mis tíos por pereza, vergüenza o algo así. Pero, en fin, ya lo conoce. Ella dice que fue por casualidad, buscándome en la Red. Ummmm… No sé yo. El caso es que ya me hizo una corrección y es que Madrid es masculino y yo l@ afemino. Mi tía es científica y no entiende que yo a Madrid la imagino mujer.

Hoy un beso a mis tíos, mis protectores, y otro a mi tía Rosa, que siempre tiene tiempo para escribirme unas palabras.

De parte de Julio, un beso a los que no le escriben y muchos a los que le escriben.

Pd: Sigo yendo los sábados a Kibera.

Pd: Tuve la oportunidad de escribir sobre otro sitio de Nairobi para TalentyArt. Para quién le interese: Go Down, el primer centro artístico del este africano