Comencemos primero por las correcciones,
y es que resulta que entre los míos aquí en Nairobi ya me estoy formando una chistosa
fama porque o cuento algunas historias con alguna pincelada novelesca –yo
digo que es mi visión- o me invento los nombres de los sitios –como por ejemplo,
al centro comercial Junction lo he bautizado Jackson. En fin, que la Misión de
Guadalupe tampoco se llama de tal manera –pero es que me gusta-. En realidad,
se denomina Catholic Church- Kibera, que son unos misioneros de Guadalupe, ubicados en Kibera. ¿Mejor, Marlene?
Eso sí, las historias que cuento
son mías, así las interiorizo, las observo o las vivo, y así las interpreto. Ahí
tranquilos.
Una de estas historias es mi
experiencia con los niños de los sábados de Kibera. Ir los sábados por la
mañana a Kibera se está convirtiendo en una costumbre que me encanta. No he ido
muchos, pero cada uno de ellos vale la pena sólo por la experiencia que
comparto con Marlene y con los niños del slam. Así que, el sexto
día de la semana me despierto a las siete de la mañana, me quito mis anillos –los
dos proceden de los dos grandes hombres de mi vida- me visto con lo que más
antojo me da para ensuciarme bien y me doy un pequeño paseo hasta el Prestidge,
donde quedo con Marlene para desayunar y después dirigirnos al slam que está
justo a unas pocas calles detrás.
Estos pasos ya son un ritual, alguna
vez nos acompañan un par de amigos; otra, vamos con Xochitl, tras su vuelta a Nairobi
de algún lugar de Kenia. La mayoría de las veces marchamos por una calle
principal –la que describí- y en otra ocasión fuimos por un lateral, por
callejuelas pequeñitas, por el mismo corazón de Kibera, que muestra con más
exactitud cómo está hecha esta mini-ciudad incrustada en Nairobi. El caso es
que no puedo indicar con precisión por dónde voy, porque para mí es
prácticamente imposible diferenciar las calles del inmenso laberinto de
chatarra que es Kibera.
La labor de Marlene
Marlene lleva a cabo diferentes
programas de desarrollo en la misión: “Integral Human Developmet Department”.
Intenta proporcionar una pequeña formación a las mujeres para que
tengan la posibilidad de desarrollar una profesión que les sustente. No es una
tarea fácil porque la gente de Kibera, en general, no piensa en el futuro, sólo
en la subsistencia del presente, por lo que la intención y la determinación de
desarrollar algo a largo plazo no suele entrar en su cabeza. Aún así, Marlene
consigue sus logros. Los proyectos que lleva a cabo en mi tiempo aquí y que yo
conozco son: talleres de informática, talleres de costura y el programa de
nutrición de los sábados para los niños.
Con todos tiene sus dificultades.
Por ejemplo, creo que con el de informática le costaba encontrar un constante profesor
local, aunque veo que ya marcha viento en popa.
El de costura, pues es difícil llevarlo
a cabo. Este profesor es serio y firme, pero las mujeres no tanto y además, a
esto añádele que cada dos por tres se esfuma la electricidad. Así que las
viejas máquinas de costura, todas dispuestas en una impecable hilera, se quedan
ahí quietitas. El taller es interesante por cómo se ha planteado: se ofrece todas
las mañanas del mes clases de costura a las mujeres de Kibera por 400 Khs (unos 4 euros) –se les
cobra para que valoren la tarea- y cuando consiguen aprender y si siguen en el
taller, se les paga por su trabajo. El tiempo que pasan en el taller hacen
bolsos, toallas, carteras, o cuantos experimentos se le ocurra a Marlene, para
venderlos con su tarjeta informativa añadida por una pequeña hilera de las características
bolitas de colores: kibera Ctk-Kenya. Cada
vez que voy al taller engancho algún bolso, y ya tengo la lista mental de
obsequios preparada para cuando nos marchemos de Nairobi. Marlene ha puesto precios baratos, no tienes
que gastar el esfuerzo de regatear y, además, comparto la causa.
Arte y Nutrición
El siguiente programa, en el que
yo de alguna manera formo parte, es el de nutrición para niños. Una semana al
mes vienen un grupo de médicos italianos a auscultar a los más pequeños y
determinar las diferentes enfermedades que padecen. Una de ellas, puede que la
más significativa, es la desnutrición. Así que se hace un seguimiento del
crecimiento de los más pequeños y se proporciona algo de comida, mientras que a
su vez se intenta concienciar a las madres para que aporten la dieta más rica
posible a sus pequeños. El ritual consiste en que todos los sábados
vengan las madres con sus niños a la misión -los más mayores vienen solitos- y
como aliciente, en paralelo se organiza un taller de dibujos y manualidades
para los peques.
Yo llegué a Kibera con el primer día de este programa. Los médicos
analizaron a los niños y mientras, nosotros organizábamos el taller sin tener
ni idea de cómo empezar. Vinieron como una veintena de niños de tres a once
años, a horas descontroladas, iban y volvían, se sentaban con los ojos bien
abiertos, las bocas muy cerradas y nos observaban como gesticulábamos. El
primer día fue un divertidísimo disparate: gritando los colores, dibujando
coches, flores y objetos sin identificar; detrás de los niños para quitarle los
puñados de lápices que agarraban con fuerza; dirigiendo las manos de los más
pequeños para que consiguiesen rayar las hojas; observando y captando los
diferentes caracteres como el de la muda Cecilia, una niña rebelde,
incomprendida, dolorosa- con el tiempo ahora dudamos de si es niña o niño. Ni
eso podemos descubrir de Cecilia- y yo agarrando los pantaloncitos caídos de su
hermano -el bebé del que me enamoré, el de la inmensa hernia-.
El primer sábado con los niños fue agotador y sumamente gratificante, pero también lleno de defectos,
así que con los errores aprendidos en los siguientes sábados perfeccionamos la
técnica. Marlene dispuso de un horario para llegar: madres y niños que no
viniesen a las diez no eran atendidos, y yo apunté los nombres de los niños y
sus edades para poder controlarlos mínimamente. Les ponemos una tarjetita con
un alfiler en el pecho que indica su nombre y un dibujito, el que quieran.
Siempre eligen una flor, un árbol o un sol. El problema de esto es que a veces
me engañan y me dan otros nombres, o yo los apunto mal, o tienen un nombre cristiano
y otro africano. También hice tarjetitas
para Marlene y para mí. Así, comienzo la mañana preguntado y señalando mi tarjeta: What’s
my name? con el deseo de que algún día venga uno de los niños llamándome por mi
nombre.
El día de las tarjetitas
El día de las tarjetitas estuve
sola con los niños y más o menos pude controlarlos. Los mayores que me
entienden mejor, a un lado; los pequeños, al otro. Una de las niñas grandes me
traduce mi inglés al swahili para los pequeños que no hablan inglés y todos a
dibujar sus animales favoritos. Terminamos con la llegada de Marlene que ya
había hecho su tarea de medir y pesar, con leones, jirafas, monos, sapos coloreados, mis
tarjetitas de vuelta, con un pequeño
rezo en swahili y un divertido baile infantil.
Siguiente objetivo: hacer un móvil colgante de bolitas de colores
El siguiente sábado, Marlene
sofisticó aún más la actividad. Compró pinturas, puso papel de periódico a remojar,
recolectó palitos de madera y encontró muchas cajas para reciclar. Así que en
esta ocasión vamos a hacer una tarea a medio plazo. Un móvil colgante de
bolitas de colores. Cada niño hará sus bolitas de papel de periódico, pintará
los palitos y hará su peculiar móvil. Todas sus cositas las metemos en la cajita
con su nombre que, algún día, también adornaremos. En este primer sábado del móvil,
hemos conseguido que hagan miles de bolitas, que pinten los palos de madera y
que se enguarren de arriba abajo.
Todos han escrito su nombre en su
cajita: la tímida Jane, que sin palabras y a unos pasos detrás hace las bolitas
aplicadamente; Charles-Cecilia, quién sabe, que nunca hace lo que se le pide,
hasta que no se lo pides; la aplicada Annet, que se lo toma todo con mucha
seriedad; Pamela, la pequeña líder con voz muy bajita; la linda Triza, que cada
vez me sonríe más; la melancólica Ive, que el primer día creía que era un niño
y que en este sábado descubrí por el vestidito que es una niña, que ahora coge
confianza y cada vez se me acerca más; Daniel, Kevo, Simon, Tofina, Godievi;
Vivian…
Ive ha escrito en su caja: Ive
love Laura. Estuve a punto de llevarme la caja.
Este sábado, cuando he vuelto de
Kibera me encuentro en casa a otro niño trasteando. Ahí me veo a Julio enredado
con un coco, con velas y con un manojo de hilos para hacer una caja coco. Pues,
nada, se me ocurre que las cajas cocos de Julio serían otra actividad estupenda
para los niños de los sábados de Kibera. Y, es que ¿no me digan que no es
linda?
Hoy llevo 92 días en Kenia. Julio, 98.
Hoy un beso muy especial a Conrado, Patricia y Virginia. Las tres
personas que se han preocupado y pretenden ayudar a la adolescente de Kibera
que necesita una operación urgente.
Me ha encantado el post. Se te ve bien rodeadada de peques. Quién necesita una operación? Yo no me he enterado Lauri, es que llevo una semana malita y apenas tengo ganas de nada. Cuéntame a ver de qué va la cirugía. es para operarse en España? (no es que yo vaya a operar a nadie, pero bueno sé de gente por el trabajo).
ResponderEliminarMe encanta el coco tuneado, me recuerda a Barrio sésamo. Bssss. Leila
LAURA!!!COMO ME HA GUSTADO LEER EL BLOG, SI ESTUVIERA ALLI,IRIAMOS LAS DOS TODOS LOS SABADOS A KIBERA,QUE ENCANTO DE NIÑOS!!
ResponderEliminarJULII!!ME ENCANTA EL COCO, QUE CHULO Y ORIGINAL!!
QUIERO ESTAR ALLI CON VOSOTROS!!ME GUSTARIA HACER UN CHASQUIDO CON LOS DEDOS Y APARECER EN KENIA!!
OS QUIERO!!
Ay!!!!!!!! que apenas estoy leyendo este, me encanto!
ResponderEliminarque por cierto te puedo decir que me vas a regañar, este sabado olvide que regesaran la tarjeta con su nombre los niños ayayay!!! :(, la verdad es que eres muy necesaria!!! y los niños preguntaron por Laura... :D.
Nos vemos pronto bonita!
Marlene Gamez ha dejado un nuevo comentario en su entrada "92 días en Nairobi: los niños de los sábados de Ki...":
ResponderEliminarAy!!!!!!!! que apenas estoy leyendo este, me encanto!
que por cierto te puedo decir que me vas a regañar, este sabado olvide que regesaran la tarjeta con su nombre los niños ayayay!!! :(, la verdad es que eres muy necesaria!!! y los niños preguntaron por Laura... :D.
Nos vemos pronto bonita!