martes, 17 de enero de 2012

51 días en Kenia: El cotillón masai


Llegó la Noche Vieja. Tras un safari, una siesta, en la preparada para la ocasión tienda número dos, nuestra caseta junto al río, y una ducha, llegó la Noche Vieja. 

Quedamos sobre las nueve en el Dinning camp. Todos duñaditos, coloraditos del sol y aromáticos. Ese día, Raúl le había preguntado al staff si querían ir a sus casas o si se quedaban con nosotros a celebrar la Noche Vieja. Pero, como los jóvenes masais no son muy decididos a dar respuestas rápidas, Raúl decidió que se quedaban. Así que, preparados todos para celebrar juntos la Noche Vieja: los catorce masais del camp, los mejores amigos de los enkerendes, los enkerendes, Pepa, Mara, Keko-Keko, y los que estamos de paso en África: Julio y Yo.

Mama y Papa

Algo que no les he comentado antes, aunque me llamó mucho la atención desde que conocimos a Raúl en Casablanca y nos contaba las historias de Enkerende, es que los masais del camp llaman Papa y Mama.a Raúl y a Cristina.  Cuando preguntan algo que tienen que hacer dicen, por ejemplo: “¿Preparamos hoy el coche para salir, Papa?” o “Mama, ¿mañana se desayuna en el río?”... Surge de forma natural, no es forzado y creo que es muy común en Kenia porque no es la primera vez que lo oigo. Incluso, una noche que salimos con Francis y O, a Francis le dio por llamarme Mama… Bueno, fuera como fuera o, sea como sea, es bonito, natural y espontáneo. Además, en bocas de los enkerendes siempre surge la palabra ‘nuestra familia’ cuando hablan de su camp, así que supongo que es normal que representen el papel patriarcal.

Pues eso, Papa y Mama nos habían preparado una mesa a la española para la ocasión. Cristina ya se había preocupado de ello trayendo en sus extraviadas y recuperadas maletas un montón de productos made in Spain. Ya comenté el menú, ¿verdad? Jamón, queso, foie, turrón…, acompañado de vino y gic tonic. Esa fue nuestra exquisita cena que paladeamos con ganas, hambre y placer. 

El Dinnign camp estaba también organizado para la ocasión. Con hogueras a los lados, la música lista en una esquina, las dos mesas- la española para seis comensales y la masai para catorce- preparadas con sus típicos manteles rojos característicos del camp, en esta ocasión adornados con auténticas servilletas navideñas. 

Llegaron los comensales –ellas guapísimas, por cierto, con ropita para la ocasión…, no se los perdonaré nunca- y, sobre las diez de la noche, nos sentamos todos para comer cada uno lo suyo. Los españoles a la española y los masais a lo masai: carne con salsa, papas, y chapata. Pregunté el nombre del plato,... pero es que no lo recuerdo.

En fin, nosotros con nuestros vinitos y ellos con sus sprais, porque resulta que no toleran muy bien el alcohol, o lo toleran tan bien que con una cerveza ya están chusos perdidos. 

Uvas de seis, pa 20

La cena estuvo genial, pero lo estrafalario, lo verdaderamente auténtico fue el resto de la velada que comenzó con las doce campanadas. Cristina fue a por las uvas que compartimos con los masais, todos ellos estrujados juntitos en una esquina del salón. Y así, como Jesús multiplicando peces, nosotros, no sé cómo, repartimos uvas pa doce entre 20. Raúl imitaba los dongs, yo daba golpes con una cuchara en una taza, y Julio iba instruyendo a los masais sobre cuando debían comerse las uvas. Llegó 2012, besos, abrazos, felicitaciones, champan para todos y comenzamos a bailar. Pero, antes: ‘El cotillón’. 

El cotillón fue el elemento estrella 

El cotillón fue la clave para introducir a los masais en la fiesta. Los había traído Cristina en las famosas maletas. Ya saben de qué va: gorritos de papel, antifaces, collares, pitos, globos, serpentinas. Pues imaginen todo, toito junto y puesto al revés en las cabezas de los masais. De verdad que en mi vida le he visto más sentido a la existencia de los cotillones. Todavía hoy sigo sonriendo al recordar a los lindos y sonrientes masais con sus gorritos y antifaces puestos al revés.

Hubo de todo: un poquito de Joaquín Sabina, los clásicos de toda la vida, Sawa, Sawa, típica keniata, sevillanas…. Dábamos saltitos con cada canción; parábamos para jugar a no dejar que el globo se cayese al suelo; Julio competía con los masais a ver quién era el que más fuerte hacía sonar el matasuegras. Ellos en su esquinita, poquito a poco, abriendo el círculo, con sus sombreritos, moviendo sin parar los hombros, sonrientes. Llegamos a hacer incluso un trenecito, ¿Lo pueden imaginar?


En eso que llegaron David y Manolo- no se den a engaños, son masais- que se habían perdido el inicio de la fiesta porque por la tarde fueron a Aitong, el pueblo más cercano, a buscar suministros y, como pasa a menudo, por el camino se quedaron colgados en algún risco con el 4x4. Pues hasta la una no llegaron con el coche arreglado y con más bebidas para los comensales. La bienvenida fue de entusiasmo y los introdujimos en el ambiente en un pis pas. 

La entrada de año con ritmo masai 

David se quedó a mi lado observando el disparate colorido y en eso aproveché para preguntarle si los masais no tenían canciones para la Noche Vieja. Pues en cinco minutos nos encontramos sumergidos en su ritmo masai. Sobre todo Raúl y a Julio, que seguían o intentaban seguir el movimiento y la melodía de los masais. Fue otro momento irrepetible, único, y con este recuerdo no me sale la sonrisa, sino la carcajada. 

Sevillanas y flamencos para todos 

¡Ah! Julio y yo también aportamos nuestra granito de arena. Yo ofrecí a los masais lo que creía podría ser el baile típico español: un flamenco made in Laura a lo Lola Flores, con el que dejé acojonados y más arrinconados a los masaís; mientras, Julio fue más allá. Los puso en fila y les enseñó, poquito a poco, pasos de sevillanas- curioso porque Julio no tiene ni pajotera idea de sevillanas- pero, tenías que verlos: brazo izquierdo arriba, todos con el brazo arriba; la otra mano al estómago, todos con la mano en el estómago; pasito adelante… y tachín, tachín, tachín… Que es la melodía que suele poner Julio a los pasos de baile. Otro momento inolvidable y más carcajadas. 

Finalmente, una de futbolines 

La noche trascurrió así, con bailes y ritmos masais, una de Joaquín por el medio, otra europea, risas, charlas, y finalmente futbolín. Los muzungus contra los masais, los masais contra los muzungus; muzungus y masais contra masais y muzungus,… Mientras, los tímidos se iban acercando más y más, animados por las cervecitas. Sobre todo me refiero al nuevo, Letina, un masai recomendado por Topo, muy tímido porque no habla inglés, pero muy concienzudo en su trabajo, tanto que casi nos achicharra añadiendo troncos a la hoguera. 

"¿ Y el camp,.. Tú crees que el camp está seguro?"

Terminamos la noche con los masais entusiasmados jugando de lleno al futbolín, Cris, Raúl, Julio y yo sentados escuchando tranquilamente música. Julio meditativo acariciando a Pepa; Cris y Raúl disfrutando de su hogar y preguntado de vez en cuando a Nacho- Napone-que qué pasaba con la seguridad del camp. Raúl se dirigía  al entusiasmado Nacho que estaba jugando al futbolín, “¿Nacho, tú qué piensas que el campamento está seguro?”. Se lo preguntaba a él porque es uno de askaris- vigilantes- y resulta que todos los askaris estaban jugando al futbolín. Nacho, con mucha seguridad decía: “Sí, sí, el campamento está seguro”“Are you sure?”, insistía Raúl. Nos reíamos todos y otros diez minutos de silencio, tras los que Raúl volvía a preguntar por la seguridad del campamento. El ritual se repitió unas cuantas veces y en todas nos reíamos. 

Finalmente, Julio y yo seguimos los pasos de Jacobo y Raquel y nos fuimos a dormir. Ya en la cama, seguía oyendo a lo lejos las voces entusiastas de los masais -de lo que podría definir- cantando una canción de Joaquín Sabina… Creo que Raúl intentaba enseñarles algunas de las míticas poesías del compositor de todos los tiempos. Ahí me dormí. 

Fue una Noche Vieja estupenda, con detalles inolvidables, como fue ver a uno de los jóvenes masais disfrutar del momento –no recuerdo el nombre y me va a perdonar-. Uno de los bajitos, muy jovencito, con una cara muy dulce, una mirada muy limpia y una sonrisa lindísima, que se pasó toda la noche bailando con ritmos de hombros de un lado a otro, acompañados de pasito cortos, mientras mostraba una chancla en un pie y una bota de agua, en el otro. 

Hoy llevo 51 días en Kenia. Julio, 58. 

Las palabras masaís para Julio… Que yo estoy en mi empeño de mejorar el inglés. Ya saben: pole, pole 

Por cierto, el nombre masai de Nacho es muy bonito, mucho más que el español,  pero mira que lo intento y no lo recuerdo, aunque creo que es Napone. 

Las fotos, también tarea de julio. 

Hoy he hablado con Ara. No vean que ilusión me ha hecho. Un besote para mi chica y para mi zanahorio. 

Hoy, en nuestras charlas nos hemos acordado mucho de Kiko y Rebe… Un beso enorme, pareja.

Hoy, mientras tomábamos unas cositas en el Coco Yambo, imaginábamos qué haríamos y dónde iríamos si un amigo nos viniese a visitar. Amigo, te esperamos.


3 comentarios:

  1. Qué Fin de Año tan especial! me encantan las fotos de los masais customizados de cotillón. Seguro que para ellos también será inolvidable. Bsss Leila

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  2. Mola mola la noche vieja...
    Una de las cosas que tiene estar allí (supongo) es que no pillareis la p... gripe, yo llevo 4 días con fiebre y estoy como si me hubieran dado una paliza. Por otra parte estaréis expuestos a otras movidas incluso peores que a la p... gripe.
    Pero bueno es lo que hay, todo se pasa, a ver si este finde me dan un poco de calor de pecho ajeno, que dicen que es lo mejor en estos casos.
    Abrigaros bien por allí y no os refriéis.

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  3. Macho.. yo creo que sí, cuatro días son demasiados para estar con fiebre. La Dra.Pechito es la mejor doctora para estos casos. Una maestra!!

    Un abrazo y cuídate.

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